Vistas de página en total

miércoles, 28 de diciembre de 2016

Felicidad familiar

La estructura familiar ha sufrido muchos cambios en estos últimos años, desde cambios estructurales como hemos visto en otras entradas de este blog, a cambios en el papel de los componentes de la familia. En la familia patriarcal el padre era la autoridad superior, pero esta situación ha cambiado: la incorporación de la mujer al mundo laboral, la libertad sexual y la igualdad de derechos y deberes de hombres y mujeres han contribuido el paso al matrimonio postpatriarcal. Esta nueva estructuración de la familia actual ha originado también un cambio en la relación con los hijos, en el que la autoridad no surge por impositivo legal del padre, sino que éste se la tiene que ganar a pulso.

A continuación, vamos a proporcionar algunas claves para llegar a un clima de felicidad en las familias.

  • Saber escuchar: padres e hijos debemos aprender a escuchar, no solamente a oír, a los otros. La familia sana es aquella que permite decir todo lo que siente y también está capacitada para recibir (sin descalificaciones) las opiniones de los demás. Por otra parte, este talante de escuchar no se improvisa. El niño lo debe mamar desde la cuna. Debe vivir en un ambiente donde todo se pueda decir y expresar aunque sea negativo: el rencor, el odio, la envidia, etc. 

  • Dialogar casi siempre va unido a negociar: el diálogo es una manera de expresar una “escucha atenta”. Dialogar y negociar casi siempre van unidos: hay que renunciar a algo para que los demás ofrezcan algo. 

  • Saber adaptarse a las nuevas situaciones familiares: la familia como tal es una unidad dinámica y cambiante por esencia: salen y entran nuevos miembros, crecen unos, otros envejecen, etc. La familia, pues, es esencialmente cambio, y por lo tanto, todos sus miembros (padre e hijos) deberán hacer un esfuerzo para adaptarse a las nuevas situaciones. Precisamente los conflictos generacionales, entre otros, se producen por la tendencia de algunas familias a permanecer ancladas en el pasado: contemplar a los hijos como eternos bebés, o a los padres como la reencarnación de ‘superman’. 

  • Admitir las limitaciones del resto de los componentes familiares: tanto los padres, como los hijos, deberán exigir a los demás según sus posibilidades reales y no su fantasía, o como forma de satisfacer deseos o sueños no realizados. En muchas ocasiones, la confrontación en la familia se produce precisamente por poner el listón demasiado alto, o bien, demasiado bajo. 

  • Por último, generar un clima de amor y seguridad: el verdadero amor consiste en valorar al otro por lo que es, no por lo que tiene o consigue. Una familia feliz, que camina hacia la felicidad, será aquella que cree este clima: soy valioso para los míos. Pero además, el amor debe estar protegido por un aliento de seguridad, que se fomenta desde una información adecuada, hasta el permitir la expresión de sentimientos negativos. De esta forma la familia irá construyendo su bienestar, su propio proyecto de felicidad. 
Texto obtenido de: Rocamora Bonilla, A. (2009). Nueva terapia familiar. Revista del teléfono de la esperanza "Avivir", Marzo-Abril (228), 7-13.

No hay comentarios:

Publicar un comentario