“La
familia no es sólo el semillero donde se reproducen físicamente los miembros de
la sociedad, sino también el caldo de cultivo donde proliferan los valores y se
regenera el tejido social generación tras generación… Es en el seno de la
institución familiar donde se asimilan tanto los valores privados como
públicos, los religiosos, los relacionados con el género, los valores de clase
y los cívicos y políticos…Matriz generativa de las estructuras profundas de la
personalidad y de los patrones de interacción social, la familia transmite
tanto unos determinados valores como su ausencia, que se cifra en normas”
(Iglesias de Usel, 1994: 543, citado en Parada, 2010).
Ya
hemos analizado en otras entradas la labor de la educación familiar en el
pasado. En la actualidad, la educación familiar se centra en el ejemplo. Esta
educación está basada en una serie de principios como son (Parada, 2010):
- Amor
- Autoridad
- Autoestima
- Aceptación
- Intensidad en el servicio
- Tiempo para estar juntos
Entre
los aspectos básicos en los que se fundamenta la función educadora de la
familia encontramos: el “ser” de la familia cuya función es la de posibilitar
la integración del yo personal; abriendo cauces de una relación psicoafectiva
adulta y favoreciendo el proceso socializador de la familia (Parada, 2010,
p.16). El quehacer de la familia, la formación de una comunidad de personas; el
servicio a la vida y la participación en la sociedad, promoviendo el desarrollo
social (Parada, 2010, p.16). Por último, la actualidad de la familia que:
“Se fundamenta sobre unos valores que la
caracterizan institucionalmente […] como el autodesarrollo personal, el
desenvolvimiento psicológico de la afectividad y la sexualidad, la
trascendencia de los progenitores, la integración e intervención de la familia en
la red de las relaciones sociales.” (Parada, 2010, p.16)
Por
otro lado, la institución familiar, como lugar sociológico, es poderosa
transmisora de valores y su repercusión se manifiesta en el cambio del modelo
recesivo y emergente de familia (Ortega y Mínguez, 2001, citado en Parada,
2010).
Si
ponemos la vista en otros países europeos, la familia es la principal
trasmisora de los valores y se encuentra centrada en potenciar las habilidades
tanto físicas como intelectuales, crecimiento personal así como religioso o
espíritu-morales. En Europa debido a su pasado de sociedades inicialmente rural
y burguesa, hacen que la familia se constituya con unos rasgos basados en la
repetición.
Realizando
una visión de futuro, destacamos el modelo que Urie Bonfenbrenner propuso para
el estudio del desenvolvimiento humano, fundamentado no sólo en la historia
personal del individuo, de los estadios evolutivos afectivos o intelectuales
por los que atraviesa, sino también en el estudio del contexto ambiente en que
este desarrollo tiene lugar (Parada,2010). Es decir, que en el desarrollo de
individuo afecta también el entorno en el que se encuentra, el ambiente donde
participa y en el que expresa sus emociones y sentimientos. De modo que, el
contexto social de la familia influye fuertemente en el aprendizaje, de ahí, se
deriva la capacidad de alcanzar una metas intelectuales y motivacionales. A
todo ello, debemos de añadir la capacidad de establecer relaciones con el resto
de individuos, así como controlar el comportamiento y adaptarse a las normas de la sociedad. Por este motivo,
la familia juega un papel importante en este desarrollo individual pues marca
unas metas, trasmite unos valores, unas expectativas, unas aspiraciones etc.
La
sociedad ha ido cambiando con el tiempo, por ello en el siglo XXI se dan nuevo
retos: como la incorporación de la mujer al trabajo, la prolongación de la
estancia de los hijos en el hogar, los nuevos tipos de familia y de sistemas
educativos. Para todos estos cambios, la familia debe estar preparada y tener
una salida. Es importante que encuentren apoyo en las instituciones. De entre
las anteriores cabe destacar la incorporación de la mujer al mundo laboral, ha
afectado a las relaciones matrimoniales, a la estructura familiar y al reparto
de trabajo dentro de la misma. Todo esto, provocará a largo plazo, las
siguientes tendencias Parada, 2010:
- La consolidación del modelo familiar compuesto por una pareja y pocos hijos.
- El crecimiento, singularmente en las áreas urbanas, de las familias monoparentales y de las unipersonales.
- El desarrollo de la cohabitación como una forma de vida familiar fundamentado en valores pragmático-utilitarista.
- El crecimiento de formas no familiares de relaciones de pareja
- El estancamiento en las tasas actuales de fecundidad.
REFERENCIAS:
Parada, J. L. (2010).
La educación familiar en la familia del pasado, presente y futuro. Educatio
Siglo XXI, Vol. 28 nº 1 · 2010, pp. 17-40
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